lunes, 4 de agosto de 2008

LA PATRIA NO CONSTITUIDA (Segunda Parte)

Hablando con algunos compañeros en charlas de café acerca del tema que nos convoca, esto es, “La Patria no Constituida”, y lo que escribí hace un par de meses –publicado más abajo-, asimilé las críticas correspondientes y nuevamente retomo el tema.

Lo que me obligó a retomarlo fue algo que dijo un compañero, y que tiene que ver con la voluntad, sobre la que no me explayé anteriormente.

“Para que haya patria, tiene que haber voluntad” me dijo. Y es así nomás, y agrego ahora: tiene que haber un concepto de nación bien definido. Porque si no, qué beneficio tendría para los formoseños, o para los jujeños o salteños ser parte de la Nación Argentina, si culturalmente unos están más ligados a la comunidad guariní y otros a la quechua. Los arbitrarios límites geográficos podrían haber determinado que fueran paraguayos o bolivianos o chilenos. Sin lugar a dudas existió el deseo de integrar comunidades heterogéneas en base a intereses comunes, necesidades, persiguiendo seguramente bienestar, paz, progreso, etc. , en ese continente de proyectos y perspectivas que denominamos nación.

Concluyo: debe existir la voluntad de formar una nación, debe haber una manifestación previa de la voluntad para engendrar esa nación.

Esa manifestación previa de la voluntad estaría dada, por el aporte que realizamos cada uno de nosotros, comenzando por generar un camino de diálogo abierto y sincero donde cada sector, cada parte, cada individualidad aporte lo que tiene desde su propia situación y experiencia. Aprender a escucharnos será ya un proceso de cambio, un proceso revolucionario si se quiere. Si no, no aprovecharemos las oportunidades que nos da esta etapa de transición que nos toca vivir.

Esa manifestación de la voluntad para engendrar Patria, debe estar vaciada de todo elemento especulativo, porque nada concreto, nada grande se puede construir desde la especulación. Debe contener sí el elemento racional, pero también debe estar guiada por lo pasional, por el amor , por los sentimientos, por la lucha de generaciones.

Aprender a escucharnos despojados de toda racionalidad especulativa, es un paso necesario para una sincera exteriorización de la voluntad de formar parte de algo grande, de formar una sociedad, de formar un pueblo, de formar una nación, de formar, en definitiva, una Patria. Y, si es mucho los que nos une: cuanto más grande mejor.

Nietszche sostenía que la voluntad libre, no es otra cosa que la libertad de pensamiento, y que esa libertad de pensamiento tiene limitaciones, y que esas limitaciones están determinadas por el horizonte hasta donde se extienden las ideas. Es decir, transmutándolo al tema que nos convoca, hasta donde queremos ir, hasta donde estamos dispuestos a ceder nuestra voluntad individual en pos de la voluntad común. Hasta donde estamos dispuestos a dejar de mirarnos nuestros ombligos y ampliar el horizonte de nuestras ideas para poder ver el todo, para poder ver el conjunto, para poder sentir y pensar como conjunto.

Ver, sentir y pensar como conjunto no es concentrarnos en la 9 de Julio a festejar un campeonato de fútbol, eso, si se me permite, es puro exitismo.

Ver, sentir y pensar como conjunto es que un anciano, un niño, una familia, de Jujuy, de La Rioja, de Entre Ríos, de Tierra del Fuego, no se sientan solos, que sientan que forman parte de algo común, y no hablo desde el punto de vista material, sino, simplemente desde el punto de vista humano, que sientan que forman parte de un proyecto, que los incluye y no que los deja afuera.

Hoy por hoy, eso…
¡Eso no existe!

David Ramela
Burzaco, 1 de agosto de 2008
Argentina

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